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Boca: el botellazo al chofer y la acción de un dirigente que evitó una tragedia

Darío Rubén Ebertz es el chofer del plantel de Boca desde hace años. Y era quien estaba al volante del micro al momento del ataque de los hinchas de River el sábado en Avenida Del Libertadores y Lidoro Quinteros. Él se encargó, ya más calmado, de revelar que lo que fue un momento violento y complicado, en realidad pudo haberse transformado en una tragedia.

Ebertz contó que se desvaneció ante los botellazos y, si no hubiera sido por la lucidez de un dirigente, todo habría terminado de la peor manera. «Fue una sensación fea, no se la deseo a nadie. Nunca pensé que iba a vivir ese momento. No hay palabras para describirlo. Es un partido de fútbol y me pareció que íbamos a la guerra», comenzó su relato.

«Nunca me pasó esto. Jamás pasamos por al lado de tanta cantidad de hinchas rivales. Cuando pasé el túnel de Libertador ya me di cuenta de que algo podía pasar y le hice señas a un policía de la moto para que aceleraran porque se iba a poner bravo. Ya estábamos jugados», continuó. Y agregó: «Me rompieron las dos ventanillas del costado que estaban cerradas. Reventaron los vidrios y me cubrí la cara. Me pegó una botella de cerveza en la parte de las costillas«.

En ese instante, el chofer de Boca se descompuso. «Yo me quedé sin aire, fueron unos segundos. Ahí me asusté de verdad porque sentí la dirección dura. Horacio Paolini (vicepresidente segundo del club) agarró el volante y me preguntó si estaba bien. Paolini fue un ángel que me mandó Dios porque si no no estaría contando esto. Si nadie agarraba el volante no sé a dónde terminábamos», admitió.

Peritaje al micro de Boca. (Foto: Marcelo Carroll)

Con crudeza, dio más detalles de lo vivido: «Hice la curva de Lidoro Quinteros y otra vez me encuentro con un montón de gente de River. Quería que me tragara la tierra. Me agarró desesperación porque sentía que los chicos (por los jugadores) estaban golpeados arriba. Yo sé que arriba del micro llevo mucho valor y por eso me asusté demasiado».

Ebertz, en tanto, explicó que el camino por donde los llevó la Policía era el de siempre, aunque hizo hincapié en el armado de las vallas de contención: «Cuando yo llegué al hotel todavía no se sabía bien por dónde teníamos que agarrar. Querían dar la vuelta por Puerto Madero e ir por atrás. Pero para ir a la cancha de River siempre se entra por Quinteros y Libertador. Siempre es por ahí. En los partidos anteriores en esa zona siempre había vallas de maderas que tapaban de punta a punta. Ahora no estuvieron. Eso no lo dice nadie«, denunció.

Fue más allá y se animó a hablar de «zona liberada». «Los colegas choferes que saben cómo es el tema me dijeron ‘me parece que te regalaron, Gringo‘. Y para mí liberaron la zona. Es cierto que los jugadores venían cantando. Es normal. El partido pasado, River vino también cantando y no les pasó nada».

Peritaje al micro de Boca. (Foto: Juano Tesone)

El Gringo, tal como lo llaman todos en el mundo Boca, expresó que el gas pimienta ingresó al micro llegando al Monumental. «Entró el gas. Me afectó y me quedé sin aire. Yo llegué sin aire a la cancha. No me podía ni mover del asiento. Cuando pasamos la parte que nos cascotearon, más adelante tiraron gas. Los chicos que estaban arreglando los vidrios del micro me decían que todavía no se puede estar cerca porque se siente el efecto del gas pimienta».

A pesar de todo, Ebertz aseguró que no va a dejar su tarea y que continuará firme junto a Boca: «El barco no lo dejo. Boca es mi vida. Me debo a la empresa que me da trabajo también. Voy a seguir siendo el chofer del plantel».

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