El próximo jueves, la Fifa decidirá quién se queda con la sede de la Copa Mundo Femenina 2023. Por méritos en cuanto a equidad de género, presente del fútbol femenino e infraestructura, Australia y Nueva Zelanda ganan por goleada su derecho. Entonces, ¿por qué es importante seguir debatiendo sobre las escasas posibilidades que le quedan a Colombia?
La primera y fundamental es que el fútbol femenino necesita inversión y desarrollo. Finalmente, la dirigencia del fútbol y el Gobierno tendrían que asumir compromisos serios que permitan estructurar un proyecto que dé estabilidad laboral y proyección a las mujeres futbolistas. Sería imposible que la selección anfitriona continúe, por ejemplo, sin un plan de trabajo definido.
La segunda, es que le permitiría al fútbol femenino tener visibilidad en Colombia y en la región. Ganar en cobertura mediática, demostrar su valor a los patrocinadores e impactar a las nuevas generaciones para que sueñen ser como Natalia Gaitán, Marta, Isa Echeverri, Aldana Cometti, Christiane Endler, Deyna Castellanos o Leicy Santos.
Venimos del mejor Mundial de la historia. Francia 2019 demostró el poder del fútbol femenino. Una copa con gran nivel deportivo y récords de audiencia. 1120 millones de espectadores se conectaron a retransmisiones oficiales en diferentes plataformas, según el reporte de la empresa Publicis Sports and Entertainment para la Fifa. Y 993,5 millones de personas lo vieron por TV.
En Sudamérica, 117 millones de personas vieron al menos 20 minutos del Mundial. Eso tuvo que ver, con que tanto en Chile como en Argentina hubo trasmisión por televisión abierta. En Brasil, los derechos los adquirió Globo y alcanzó 81 millones de televidentes.
Por otra parte, y entendiendo que las carencias en materia social de un país como Colombia deben ser prioridad, quedó claro en la evaluación de la Fifa que la infraestructura deportiva del país es -en muchos casos- obsoleta y solo podría salirse de ese rezago a través de la inversión que requiere un evento como el Mundial
Ahora bien, se necesitan análisis políticos y económicos a profundidad sobre la pertinencia de que el Gobierno Nacional se comprometa en esta coyuntura a invertir en un evento deportivo. ¿Cuáles son las prioridades? ¿A quién beneficia? ¿Qué le quedará al país después de trabajar para la Fifa?
Colombia no debe ser la sede del Mundial si los dirigentes lo van a vender como un premio a su buena gestión en el fútbol femenino y si se invisibiliza que la situación de las futbolistas en el país está muy lejos de ser ideal (como intentaron hacerlo en la carta enviada a la FIFA).
No podemos ser sede del Mundial si los clubes no reconocen el fútbol femenino como una responsabilidad y una oportunidad. No debemos ser sede del Mundial si vamos a seguir permitiendo que los equipos femeninos entrenen en canchas precarias, sin contratos, ni seguridad social. Es imposible ser sede del Mundial si no hay transparencia.
… Pero con todo lo que duela y todo lo que cueste enfrentar la realidad, lo cierto es que finalmente, estamos hablando de fútbol femenino y eso es un cambio. Ese interés de la FCF y la Conmebol por quedarse con la sede debe estar respaldado en acciones concretas que permitan creer en un futuro para las mujeres futbolistas. Hay que empezar hoy por hacer las cosas bien.